domingo, 4 de julio de 2010

Tareas del módulo de periodismo:

Reventón en casa Malinche.
por Alfredo Páez. (crónica)

Desde hace algunas semanas se había estado preparando un guateque en casa de los Páez, el motivo, pues no existía, sólo al que le quisiera caer a ciudad Neza estaba invitado. Julio, Fabián y Alfredo los (muchachos de la casa) se las arreglaron para hablar con sus padres. Este sábado 5 de junio se conmemoro una vez más la amistad entre viejos compañeros y verdaderas amistades, Kenny un tipo afroamericano amigo de la familia desde antaño, presumía a todo mundo el bello jardín con el que se galardonaba el recinto de reposo para don Páez y doña Galindo (padres de los chavos que ofrecen la fiesta). Pronto llegó más gente, la pequeña grabadora que tocaba Black is Black de los bravos no era suficiente para apaciguar la cantidad de camaradas que se iban aglomerando conforme pasaba el tiempo, de inmediato tuvo que cambiarse pues sólo era momentánea en lo que esperaban un sonido de a de veraz y todos los instrumentos musicales con los que se tocaría toda la noche.
Conocidos muchos y otros tantos que ni de nombre se presentaron, pues allí solo existen los apodos, a pesar de que la casa estaba casi a su máxima capacidad Fabián colocó un letrero a la entrada de la puerta que sostenía: “nuestro manifiesto dice: si no fuiste invitado a la fiesta, actúa como que si”. Ya sea por obra del espíritu santo o porque los chavos que estaban a unas cuantas casas les dio pena entrar, pues solo se encontraba gente de más o menos la misma calaña, roqueros. Cervezas por doquier hielo como debía de ser y de comer no más que los chicharronesy chetitos, sobre todo mucha dosis de cotorreo por todos lados. Algunos parlando, otros bailando ligeramente y algunos muy pesado, eso no importaba lo indispensable era divertirse. Por supuesto que no faltó la parejita de fresitas que se sentía incómoda pues parecían un rayo de luz en la oscuridad, pero todos se acoplaron, no hay nada que esconder entre CCH (ceceacheros) Universitarios y Xochimilcas. Todos eran en ese momento iguales por la simple razón de ser estudiantes.
Daban las siete de la noche y empezó a tocar la primera banda, ya con unos caballitos encima las chavitas comenzaban a bailar a un ritmo inigualable parecían estar conectadas con la música de Pink Floyd y de Erick Burdon y los animales al momento que en que “mateaban” sus exuberantes cabelleras incitaban a otros a bailar a su lado de la manera más cachonda posible, no tardaron nada en sudar y la fiesta seguía tomando ritmo pues de pronto se apagaron las luces y se izo la neblina entre los bailarines comenzaron a parpadear luces de colores y alguno que otro chavo “ya pasadito” en algunos momentos los asistentes arrojaron espuma que brotaba a presión desde unas latas a todos les tocaba u poco, por todos lados era un ambiente para no olvidar, una sensación satisfactoria cubría a la banda, un día excitante, extravagante y candente, se sentía la bebida en la boca sin haber tomado trago alguno, el sudor de las chavas y las cervezas rociando la cara todo esto bailando al ritmo de Molinos de viento, colocaban a todos en un ambiente de paz y tranquilidad, hasta algunas parejitas se volvieron a enamorar en medio de la pista de baile.
La fila para desahogarse era inmensa pues las chavas eran las que más entraban al recinto sagrado que alivia penas arrojándolas por el drenaje para después darse una maquillada. Una tras otra pasaron las bandas aventándose sus palomasos y covers toda la noche, los vecinos se quejaban y terminaron por aventar a las patrullas, lo cual le valió a todos pues estaban en propiedad privada, bastaba sólo con mantener la puerta cerrada. Pasaron las 3 de la mañana y la casa se iba vaciando, los compitas regresaban a sus casas no sin antes despedirse de los anfitriones y felicitarlos por el buen gusto que tienen por el rock y por prestar el cantón. Así ocurrió hasta que quedaron no menos de 30 personas que armaron una fogata en medio del jardín justo sobre el pasto, según para calentarse, porque los abusaditos estaban a la orden del día solicitando a todos unos globitos para no comprometerse.
Pocas horas fueron las que durmieron en general, pues en la casa de relajación sólo existe un par de accesorias, una cocina, un baño y un cuarto, la mayoría se quedo a lo macho en el jardín y los más delicados se retiraron a una camita, apretados pero cupieron. Eso hasta que dieron las nueve de la mañana y no quedaron más que los borrachos de afición que se encontraban tendidos sobre el pasto y con pruebas de una buena digestión.
Cuando por fin pudieron despedir a todos no quedo de otra más que comenzar la gran labor de recoger y limpiar todo tipo de sustancias (conocidas y por conocerse) no sin antes darse valor con un desayuno acorde a la ocasión, la triada de brothers llevó a sus chavas a degustar una jugosa pizza para que posteriormente perdieran gran parte de la tarde y ni aún así se salvaron de la limpieza del hogar.
Con esto terminó la pachanguita y aquí me encuentro caciqueado, engañado pedo y desvelado escribiendo lo que podría ser un bello recuerdo para la vida.

Saludos a los compas que conocí y al que no échese una por mí.

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